Yoga, Ciencia del Ser - Susana Magonio
  Al dar un nombre a las cosas
 

Al dar un nombre a las cosas



“Al dar un nombre a las cosas, a las personas, creemos haber comprendido”
Doy un nombre, y me he limitado a ponerlo en una categoría, y pienso que lo he comprendido.
Si no lo nombro, estoy obligado a mirarlo.
¿Qué es este núcleo desde el cual nombro,
ese centro que siempre nombra
escoge, rotula?
Todos sentimos que hay un centro que hace eso, y desde el cual: actuamos, juzgamos,
nombramos las cosas
¿Qué es este centro, este núcleo?
Es, ¡la palabra!, es, el ¡rótulo!
Si queda la palabra, el rótulo, y ¡se terminó!, me quedo allí, no estoy capacitada para indagar, para investigar. No puedo ir, “mas allá”
Estamos identificados con el rótulo: la casa, la forma, el nombre
¿Qué es el centro, qué es el núcleo?
Es, La Palabra
Si no hay palabra, rótulo, tampoco hay, centro.
¿Qué hay, si algo hay?
Hay una disolución
Hay un vacío, no el vacío del miedo, hay: “un sentido de ser como la nada”
Debido a que hemos eliminado todos los rótulos, o más bien, a causa de que hemos, ¡comprendido por qué ponemos rótulos a los sentimientos, a las ideas!, somos seres completamente nuevos.
¡No hay un centro desde el cual estamos actuando!
¿Qué es el centro?
Es la palabra
¿Qué ha pasado con la palabra?
Ha sido disuelta (que es el centro)
Uno está ahí, ¡pero! ha habido: una TRANSFORMACION, y sí, es un poco atemorizante. Entonces uno prosigue con lo que ello aún contiene: empieza a juzgarlo, a decidir si me agrada o no me agrada esto, y así, no continúo con la comprensión de lo que viene luego, sino que ya se lo juzga, lo cual ¿qué quiere decir?, que uno tiene ya un centro desde el cual está actuando.
Deducción: por consiguiente, tan pronto Juzgo, permanezco fija, ¿y qué se vuelven importantes? ¡Las palabras: agrado - y –desagrado!
 
 
 En la idea de buscar y encontrar, ¿no existe también la idea de reconocimiento, la idea de que si encuentro algo, debo ser capaz de reconocerlo?
¿Cuál es el valor de buscar en forma alguna?
Hablando de buscar la verdad, la verdad, ¿puede ser buscada en forma alguna?
¿En la idea de buscar, de encontrar, no existe también, la idea de reconocimiento, la idea de que si encuentro algo, debo ser capaz de reconocerlo?
¿No implica el reconocimiento, que eso ya lo he conocido antes?
¿Es la verdad “reconocible”, en el sentido de haber sido ya experimentada, de manera que uno pueda decir: “esto es la verdad”?
Si no hay ningún valor en esto de buscar en forma alguna, ¿está el valor únicamente entonces en la observación constante, en el escuchar constante?, ¡que no es lo mismo que buscar!
Cuando existe la observación constante, no hay movimiento del pasado. Observar, ¿qué implica?
¡Ver muy claramente!
¿Qué tiene que haber para ver muy claramente?
LIBERTAD
Libertad, ¿de qué?
Del resentimiento,
De la enemistad,
De cualquier prejuicio,
De cualquier rencor,
De todos esos recuerdos que hemos almacenado como conocimiento.
Todo eso, ¡nos impiden VER!, libertad de observar,  no sólo de las cosas externas, sino también de lo interno, ¡observación constante de lo que realmente está ocurriendo!, y entonces, ¿qué necesidad hay de buscar en absoluto?
La mayoría de la gente religiosa está siempre buscando. ¿Buscar?, ¿por qué?, todo está allí, siendo observado el hecho, “lo que es”                                                 
Apenas quiero cambiar “lo que es” en alguna otra cosa, tiene lugar: el proceso de distorsión.
En la observación libre, ¡sin distorsión!, (sin querer nada absolutamente) sin evaluación, sin deseo alguno de placer, en ese puro observar, veo, vemos quelo que es”, ¡sufre un cambio extraordinario!
¡Sufre una transformación extraordinaria!
 
 
 
 
   
 
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